miércoles, 14 de noviembre de 2007

FRAGMENTO DE MELISSA

“Muerte de mi Abuelo”

Hay muertes que nos afectan en el momento en que suceden, pero nunca nos imaginamos que la muerte de una persona nos puede dejar marcados de por vida, incluso en ocasiones nos la imaginamos; pero nunca se siente tan fuerte cuando nos sucede o pasamos por este momento. Empezaré por contar; todo sucedió un 6 de junio, yo me estaba cambiando para irme a estudiar y mis hermanos se encontraban en el colegio, días antes, a mi abuelo se lo habían llevado de urgencias, pues no se sentía muy bien, el era una persona muy alegre, amble, cariñoso, y sobre todo extraño, pero de todos modos yo lo quería mucho y aún lo sigo queriendo. Esa mañana sonó el teléfono, pero el día antes mi padre había llegado del hospital llorando, nunca había visto llorar a mi padre hasta ese momento, pues siempre se había mostrado una persona mal geniada, de un temperamento muy fuerte y seco, el lloraba, pues cuando entró al cuarto donde se encontraba mi abuelo el no lo reconoció y el medico dijo: ¡lo siento! Pero debido al derrame cerebral que le dio, se le formo un cúabulo de sangre en el cerebro y debido a esto estaba perdiendo la memoria; era triste ver que una persona que antes era muy alegre estaba sufriendo y muriendo lentamente, era algo injusto, pero así lo dispuso Dios en esos momentos.
Esa mañana todo era silencio, hasta que sonó el teléfono; contestó mi madre y las únicas palabras que salieron de su boca fueron: ¡alo! Y, se puso pálida, sólo volvió a decir ¡gracias por avisar!, en ese momento, aunque aún era muy pequeña sentí un mal presentimiento, mi madre volvió y cogió el teléfono, esta ves para llamar a mi padre al trabajo y dijo: acabaron de llamar para avisar que Carlos ( Carlos era mi abuelo) había muerto, cuando mi madre colgó todo quedó en silencio y a la media hora llegó mi padre, muy alterado y los dos se fuerón al hospital, a mi, me dejarón donde mi tía.
Al día siguiente, entregarón el cuerpo e inmediatamente lo llevaron a la funeraria, cuando llegamos era de noche y todo era silencio solo se escuchaban llantos, mi tío se acerco y abrazo a mi padre y le dijo: lo siento, nos hemos quedado solos, primero fue mamá y ahora se acaba de ir el hombre que más quize; mi padre sólo lo miro y bajando la cabeza dijo: sí Dios lo dispuso así, por más duro que sea debemos aceptarlo y seguir adelante.
La noche fue muy larga y en aquella sala de velación sólo se observaban sillas, la gente hablando en voz baja, conocí primos y tíos que nunca había visto; en ese momento sentí mucho frió y las paredes que cubrían toda la sala eran blancas y sin vida.
Al día siguiente, se realizarón dos misas, en una se celebraba la misa por la muerte de mi abuelo y en la otra se festejaba la boda de mi padrino a la cual, por cierto, estábamos invitados… en pocas palabras mientras unos reían y festejaban, otros llorábamos y despedíamos a un ser querido.

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